PREÁMBULO

En nuestra época, casi todo es inmediato y desechable: se cambia de opinión con un clic, se cancela un compromiso con un mensaje, se promete mucho… y se cumple poco. En medio de esa cultura tan liviana con las palabras, la Biblia nos recuerda algo incómodo pero hermoso: delante de Dios, una promesa siempre es un asunto serio.

A lo largo de la Escritura vemos hombres y mujeres que le dijeron a Dios: “Aquí estoy”, “Te seguiré”, “Si Tú me ayudas, yo te voy a honrar”. Algunos sostuvieron esas palabras hasta el final; otros se quedaron a medio camino. Pero en todos los casos, el Señor tomó en serio lo que ellos dijeron, porque para Él las promesas no son solo emoción del momento, sino expresión de un corazón dispuesto a obedecer.

Este mensaje, “La verdad de una promesa”, nace con un propósito claro: ayudarnos a revisar, a la luz de la Palabra, qué estamos haciendo con lo que le hemos dicho al Señor. No para llenarnos de culpa, sino para llamarnos a sinceridad, a coherencia y a crecimiento.

La invitación es simple y profunda a la vez:

• recordar lo que prometimos,

• reconocer dónde hemos sido inconstantes,

• y permitir que Dios nos forme para vivir una fe que se vea no solo en lo que declaramos, sino en lo que perseveramos.
  
  

Si alguna vez dijiste: “Señor, cuenta conmigo”, este tema es para ti. Que el Espíritu Santo nos enseñe a ser una generación que no solo habla bonito, sino que honra con su vida la verdad de sus promesas delante de Dios.