La Iglesia Unida Metodista Pentecostal tiene su origen en el seno de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, fruto directo del avivamiento pentecostal de 1909. En ese contexto surge la figura del reverendo Manuel Umaña Salinas, quien llegaría a ser el primer obispo y guía espiritual por más de medio siglo, marcando profundamente la vida doctrinal y organizacional de la iglesia pentecostal chilena.
El año 1964 constituye un punto de quiebre. El 2 de agosto de ese año, el obispo Manuel Umaña Salinas fallece, dejando a la Iglesia Metodista Pentecostal sumida en una honda tristeza. Los cultos se tornan breves y silenciosos, la música de instrumentos se acalla y los himnos adquieren el tono de lamento más que de alabanza. Este ambiente de dolor y desorientación abre espacio a reflexiones humanas y a reuniones paralelas, donde distintos grupos comienzan a buscar soluciones fuera de la conducción formal de la Corporación.
En carácter provisorio, el presbítero Carlos San Martín, pastor de la iglesia de Valparaíso, asume el gobierno de la Corporación. Su nombramiento es recibido inicialmente con agrado por la Corporación de Iglesias de Chile. Sin embargo, el proceso de reorganización posterior a la muerte del obispo Umaña genera tensiones internas, visiones contrapuestas y una creciente división en la membrecía.
Como resultado, once grupos numerosos, entre ellos cuatro con pastores ya ordenados, deciden emanciparse, motivados por el deseo de resguardar el patrimonio espiritual y doctrinal heredado del obispo Umaña. Estos grupos levantan su voz apelando a la justicia de Dios, justicia que, según entendimiento de muchos, no se habría reflejado en las nuevas autoridades elegidas a comienzos de 1965, en las que se habían depositado esperanzas de continuidad y unidad.
En ese escenario se recuerda una palabra profética pronunciada meses antes del fallecimiento del obispo Umaña: se anunciaba la venida de “un pueblo nuevo, pequeño y humilde, pero que sería grande porque sería guiado por el Espíritu Santo”. Esta profecía pasa a interpretarse como clave para comprender el proceso de separación y como señal de respaldo divino a la formación de una nueva obra.
Bajo esta convicción, y guiados por lo que se entiende como dirección del Espíritu Santo, el presbítero y pastor de Valparaíso, Carlos San Martín Pulgar, asume la tarea de conducir a estos grupos disidentes. Ante la falta de alternativas que reconciliaran la situación interna, se toma la dolorosa pero decidida determinación de organizar una nueva corporación paralela, que, en atención al fuerte sentimiento de unidad existente entre sus miembros, recibe el nombre de Iglesia Unida Metodista Pentecostal.
El 28 de agosto de 1965 se celebra un hito fundacional. En Santiago, alrededor de 1.500 creyentes procedentes de diversas localidades, Valparaíso, Linares, Buli, Quilicura, Peñaflor, El Arrayán, Peñalolén, Quinta Normal, San Luis (hoy Colón Oriente), El Triunfo y Mariposas de Conchalí, se reúnen en una concentración pública en Plaza Chacabuco. Desde allí marchan en desfile cristiano hasta el gimnasio de la población Quinta Bella, entre Avenida Recoleta y El Salto, donde se realiza una reunión decisiva.
DIRECTORIO DE LA CORPORACIÓN
OBISPO JUAN ORMEÑO LAGOS
En ese encuentro se sientan las bases de la nueva Iglesia Unida Metodista Pentecostal y se designan los encargados de pastorear a las congregaciones. Esa misma noche se incorpora además un nuevo grupo del sector Rodelillo de Valparaíso, completando así doce grupos que se reconocen como parte de este “pueblo nuevo” surgido en medio de la crisis institucional.
A partir de entonces, la historia de la Iglesia Unida Metodista Pentecostal se caracteriza por la expansión. La obra se extiende desde Arica hasta Punta Arenas, consolidando presencia en todo el territorio chileno. Paralelamente, se levantan congregaciones en diversos países como Argentina, Canadá, Estados Unidos, Francia, Suecia, Holanda, Australia, Nueva Guinea, Ecuador, España y Perú, evidenciando un marcado impulso misionero y un crecimiento sostenido.
El obispo Carlos San Martín Pulgar se constituye en el instrumento central de este proceso fundacional, ejerciendo como primer obispo investido en la historia de la Iglesia Unida Metodista Pentecostal desde 1965 hasta su fallecimiento, el 31 de mayo de 2008. Su liderazgo marca la etapa inicial de consolidación y expansión de la entidad tanto en Chile como en el extranjero.
Tras su partida, el 23 de julio de 2008, el presbiterio de la Iglesia se reúne en el templo central, ubicado en calle Obispo Carlos San Martín, en la comuna de Independencia. De acuerdo con los estatutos vigentes, se procede a la elección de un presidente para el periodo 2008–2012, recayendo la nominación en el pastor presbítero Juan Ormeño Lago, de la Segunda Iglesia de Linares. Bajo esta administración, la Iglesia continúa su crecimiento, se levantan nuevas congregaciones y se mantiene el énfasis evangelizador.
El 25 de julio de 2012, nuevamente el presbiterio se convoca para determinar la conducción futura de la Iglesia Unida Metodista Pentecostal. En un clima de oración, ayuno y búsqueda espiritual, se decide elegir a un obispo vitalicio. En esa instancia, el reverendo Juan Ormeño Lagos es designado obispo de la Iglesia Unida Metodista Pentecostal, asumiendo el cargo de manera vitalicia.
Finalmente, en febrero de 2013, durante la Asamblea Anual celebrada en la comuna de Peñalolén, el reverendo Juan Ormeño Lagos es ungido oficialmente como Obispo de la Iglesia Unida Metodista Pentecostal. Este acto litúrgico y administrativo marca la continuidad formal de la línea episcopal iniciada con Manuel Umaña Salinas y luego consolidada por Carlos San Martín Pulgar, proyectando a la Iglesia Unida Metodista Pentecostal hacia nuevas etapas de desarrollo y servicio tanto en Chile como en otros países.